viernes, 14 de junio de 2013

El arte de vivir



 
 
 
Por Rosa Maria Contreras



La historia universal nos muestra personajes que hasta hoy contribuyen con el desarrollo cultural mediante sus creaciones. Son mundialmente reconocidos por trascender los límites del tiempo al deslumbrar con la profundidad de sus obras artísticas. ¿Qué los llevó a aplicarse en el arte?: ¿El gusto de hacerlo? tal vez. La tranquilidad de decir misión cumplida? puede ser. Una viva pasión por sellar aquello para lo que se está diseñado? Sí, crear es herencia divina 

Pedro Coria Paredes.- Tenía mirada firme y atractiva, reflejos plateados de su ondeada cabellera contrastaban con su faz trigueña. De 1990 a 1992, fue Coordinador de Deportes de la Fraternidad Cristiana de Enfermos del Perú. Al remar su silla de ruedas, despedía elegancia y tranquilidad. Sus expresiones de optimismo, certidumbre,  serenidad, y su contagiante autoestima que compartía con quiénes lo saludaban, me indujeron a conocer más de sus obras artísticas y creatividad:
Una variada distribución de adornos artesanales, pinturas, y fotografías suyas y  de gente por él apreciadas, decoran las paredes en la habitación de su casa. Entre los cuadros de imprenta están el equipo de sus amores el Alianza Lima, tres velas en altamar, y un árbol apenas iluminado a medianoche de oscuro invierno; Eva Ayllón cantando, Michael Jordán cestando un balón, y la Monroe posando.   
Una singular mezcla, entre recortes y carátulas de periódicos, revistas y posters promocionales junto a jeroglíficos-pirograbados-pinturas, que elaboró en papel, madera y en la pared que no se ha librado de cada inspiración. Fusionadas culturas retratan sus sombrías crisis, matizadas alegrías, y armónicas evoluciones, con acabados que lo definen alegre por momentos, solidario siempre, soñador, y realista. Bendita inspiración el arte, le ayudó tras accidentarse, a adaptarse a su nueva estructura física y emocional.

Ascenso de Amor.- Así nominé a una de sus pinturas que se proyecta de izquierda a derecha. Se trata de un hombre en silla de ruedas, que al atardecer se esfuerza por subir un abismo. Pensaba al observar: (-“¡Qué locura, ya subió la tercera parte! ¡¿Y si cáe!!? -Qué va… sólo es una pintura. -¡Y se sujeta en una cuerda que está al lado! -Sin duda, para avanzar allí, y así, tiene que estar sostenido).
 Pedro imprime su deseo de avanzar contra corriente e ir más allá de lo visible. Consecuente con los efectos de su realidad física busca una salida y la encuentra en sí mismo y en el amor de su vida. El autor Refleja su deseo de superar el vacío que sintió con el desengaño, desesperación y enojo que vivió, al derrumbarse (sabe Dios por cuánta razón reuniría en sus entrañas) la columna donde había confiado sostenerse. Pedro proyecta su decisión de aceptar la mano de quién, con inocente sonrisa, le acompañó a echar el dolor y transformarlo. Reconoce que como hijo amado, está en el tiempo de poder ser el Padre Amoroso, tan sólo saliendo  de cuadriculadas añoranzas.
El arte de vivir.- Expresado en todas sus formas, el arte manifiesta la sensibilidad y riqueza cultural de una persona, pueblo o nación en proceso de ascenso y aprendizaje. Contribuir a equilibrar la conducta es su objetivo; ser instrumento que induzca a preservar un espíritu constructivo de la humanidad, su finalidad.
Está presente en todo tiempo, espacio y persona; en ése lugar de sencillas acciones que sólo usted conoce… como respirar, caminar, sonreír. Desde abrir los ojos al despertar hasta cerrarlos diciendo al fin de la jornada: “Un nuevo día será mañana”.
Sí que vivir es un arte. Quién no hace malabares para salir de una crisis? ¿Qué científico se rinde en sus investigaciones, o desecha los resultados de su primer intento? ¿Quién, de buenas a primeras tira la toalla? ¿Qué padre de familia se rinde ante múltiples dificultades?
Cuántas veces ignoramos el mensaje de gente sencilla que se asume con totalidad, que renuncia a sí misma y prioriza su deber. El don de la paternidad desligó a Pedro de ciertas “superficialidades” para dirigir todo el amor a su amada hija, a quién de sólo mencionarla, siente respirar la vida. Y si viera usted, cómo, los ojos le brillan.
No es para menos, ella fue el ángel que lo habilitó en el maravilloso rol que trasciende y hace trascender: la paternidad, consagrada a preservar la vida fue su motor cada día. Su “unigénita” Iris,  le inspiró negarse a cuanto deseo de morir estuvo tentado, y le marcó una línea para darse el acabado.
Trascender los límites de las circunstancias es responder al llamado innato de la conciencia. Y es que: “Cada persona, como mejor creación artística que ES, se siente llamada a darle el toque final a tan preciada obra; y al hacerlo, se transforma en cocreador de su  PROPIA historia”.

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