Por Gonzales Viana
Ocurrió hace cinco años, un 5 de junio. 600 policías con
el respaldo de helicópteros y provistos de bombas lacrimógenas y fusiles AKM,
comenzaron el ataque.
Un ciudadano chino bloquea una línea de centenares de
tanques cerca de la plaza de Tien An Men. Se pone delante de ellos, levanta los
brazos y les ordena que se detengan.
Ocurrió hace 25 años, el 5 junio 1989, lo recordamos y su
memoria nos hace preguntarnos:¿En qué cárcel, en qué manicomio, en que
cementerio se encuentra el hombre de Tien An Men? ¿Dónde está?
En el Perú, hay muchas personas por quienes podemos
hacernos la misma pregunta. Las hemos escuchado y las hemos visto, y podemos
verlas y escucharlas de nuevo.
En Youtube, escrita usted, lector, la palabra “Bagua” o
las palabras “Aguaruna dolor y rabia”, y se encontrará frente a una mujer
perteneciente a la etnia aguaruna, una peruana de la Amazonía.
No tendrá usted tiempo para nada porque de inmediato ella
comenzará a gritar o tal vez maldecir sin contenerse. Tenemos que tomar notas
rápidamente, o quizás tan sólo recordar:
“Tú nos has expulsado de nuestras tierras. Tú has quemado
nuestras casas. Tú has matado a nuestros hermanos, a nuestros padres y a
nuestros vecinos. Tú has querido borrarnos del mundo.
Tú has mandado armamento, helicópteros, metralletas y
soldados para que nos exterminen. Y nosotros solamente nos hemos defendido con
palos, con lanzas y con piedras. Y ahora, tú nos llamas terroristas.
El terrorista eres tú. Y también el vendepatrias, el
vende indígenas.. Y por ti, Alan García, nos hemos quedado sin nada.”
Ocurrió hace cinco años, un 5 de junio. Un contingente de
600 efectivos de la Policía con el respaldo de helicópteros Mi-17 y provistos
de bombas lacrimógenas y fusiles AKM, comenzaron el ataque en el tramo conocido
como Curva del Diablo, donde estaban concentrados los awajún y wampis.
El final todos lo conocemos. García, que entonces era el
presidente, justificó esas acciones sangrientas señalando que los peruanos de
la Amazonía eran ciudadanos de segunda clase.
Los calificó de “salvajes”, “atrasados”, “terroristas”, y
justificó que se les quitarán sus tierras para poder venderlas a las
corporaciones extranjeras y lograr un supuesto desarrollo del Perú.
¿Dónde está hoy la mujer que increpó al presidente del
Perú por su racismo y por su mala entraña? Las leyes represivas de la época de
Fujimori no han sido derogadas y cualquiera puede ser calificado de terrorista
por ese tipo de expresiones.
Hace tres semanas que llegó a París Máxima Acuña de
Chaupe, la campesina peruana que desde hace varios años lucha para evitar la
confiscación de sus tierras por parte de multinacional Yanacocha y su megaproyecto
minero Conga.
En la Maison de la Amerique Latine, la campesina dio
testimonio del acoso que tanto ella como cientos de cajamarquinos vienen
sufriendo por parte de la empresa minera, impedidos de la libre circulación y
amenazados de muerte.
Máxima había sido recibida primero ante las más
importantes instancias europeas. En Francia, la acogerían personalidades del
Congreso y el Ejecutivo que no suelen ser tan asequibles ni siquiera ante
algunos presidentes latinoamericanos.
Y sin embargo, posiblemente ella se encuentre de regreso
en el Perú. Y eso nos hace preguntarnos: ¿Dónde estará de aquí a unos meses
Máxima Acuña de Chaupe?
El escritor Alfredo Pita acaba de escribir en su cuenta
de Facebook: “¿Recuerdan aquella muchacha salvajemente golpeada y arrastrada
por el piso, por la policía, el día en que ésta destruyó la olla común de la
Plaza Bolognesi, en Cajamarca? Se llama Lizeth Vásquez y vuelve a ser escarnio
y espanto en las noticias. La policía la acusa de ser ella la agresora y el
fiscal pide para ella 10 años de cárcel. La justicia peruana en todo su
esplendor. La víctima transformada en victimaria, el feroz policía agresor en
víctima y acusador.”
¿Dónde están ellas? ¿Dónde están?
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