1879, Miguel Grau
Miguel Grau
fue un nacionalista, un justiciero, amaba su historia y el bienestar de su
pueblo.
Nacionalista y justiciero
Cuando luego de la victoria ante España, 1866, el gobierno peruano decide
perseguir al enemigo para posibilitar rescatar a Filipinas, negando el valor y
capacidad de los oficiales peruanos, para ello contrata, en Estados Unidos, al
contralmirante de la marina estadounidense John R. Tucker, Grau se opone y
renuncia a su cargo en la marina, generando una situación que finalmente se
decide a su favor.
Su imparcialidad justiciera y rectitud adquieren renombre
internacional al punto que una disputa entre dos buques de guerra, uno inglés y
otro estadunidense, adquiere solución teniendo de arbitro nada menos que al
propio Grau.
Contra la corrupción
Su enfado ante la corrupción fue enorme cuando se enteró que, cuando
para prevenir la superioridad chilena en el Pacífico al sugerir la compra de
dos acorazados, esto no pudo hacerse posible porque los fondos de la venta del
guano habían sido despilfarrados y comprometidos al contrato Dreyfus, un
contrato que confirmó la existencia de un Estado corrupto.
Orgulloso de su historia
Grau saluda con satisfacción el bautizo del flamante monitor
construido en Liverpool, como Huáscar, “...nombre que por ser el del último
Monarca legítimo que ocupó el trono de los Incas, encierra en sí grandes
recuerdos históricos”, como proclama el decreto de 1865.
Contra las dictaduras
Su lealtad a la democracia se pone a prueba de fuego cuando el coronel
Tomás Gutierrez lleva a cabo un golpe de Estado en el que el presidente Balta
es asesinado. Grau no necesita pensarlo mucho y la constitución se restituye
cuando luego de ser ajusticiados los Gutierrez, retorna la incipiente
democracia al Perú
El sábado 5 de abril de 1879, cuando Chile declara la guerra al Perú,
para satisfacer a Inglaterra que ambicionaba las riquezas del desierto de
Atacama, una zona rica en guano, salitre, y metales de plata y cobre, productos
altamente cotizados en los mercados internacinales de la época, Grau deja todo
para asumir la dirección del Huascar y el cargo de Comandante General de la
Marina de Guerra del Perú.
Defensor de los
derechos humanos
Durante la Guerra, su dignidad y sentido del
honor le impedía hacer escarnio del enemigo, por ello cuando en el combate de
Iquique se hunde al buque de guerra La Esmeralda, en el que cae el comandante
chileno Arturo Prat, Grau se dirige a la viuda para entregarle sus condolencias
y con ello las pertenencias del oficial enemigo.
¡Qué diferencia con el comportamiento criminal y cobarde de la Marina
actual que durante la guerra contra el terrorismo arrasaronsin piedad con
poblaciones civiles!
Grau murió luchando por su patria, por la defensa de los recursos
naturales que los gobiernos actuales regalan a las corporaciones capitalistas,
por el bienestar de su pueblo.
Por eso él
no es representativo de las actuales fuerzas armadas del Perú que están
convertidas en guachimanes de las corporaciones capitalistas y que, como en
Bagua, asesinan al pueblo por la espalda, a traición.
¡Grau, representa al pueblo!