Están asustados. Ahora quieren el triunfo en primera vuelta. No vaya a ser que la roja, la chola igualada, la comunista le gane a su representante en el ballotage.
Si la derecha peruana fuera letrada y simpática, qué país sofisticado tendríamos. Pero es un hecho que tenemos la derecha más hirsuta de Sudamérica, la menos dispuesta a hacer concesiones, la menos hábil para releer el mundo que se ha creado en estas últimas décadas.
Cuando la Unión Soviètica y el imperio del Pacto de Varsovia implosionaron, la derecha peruana, que había leído las solapas de los libros de Fukuyama y había hecho su “culturita” en las charlas de Enrique Chirinos Soto, creyó que el mundo se detenía, que el debate había terminado y que un solo libreto se impondría en el gran teatro del mundo.