sábado, 9 de abril de 2016

Alberto Fujimori y la candidatura de repuesto


Por Gustavo Gorriti

A última hora de la tarde del 10 de agosto de 2005, el embajador de Estados Unidos en Perú, James Curtis Struble se puso a escribir un cable confidencial para su gobierno sobre un asunto que demandaba estar alerta: el muy posible retorno al Perú de Alberto Fujimori.
La redacción de cables diplomáticos es un arte, que requiere claridad expositiva, síntesis y perspicacia para elegir detalles significativos. Struble era un buen cultor del género; de prosa fluida, con la dosis precisa de humor o agudeza.

Al terminar el resumen que siempre encabeza el cable, luego de examinar algunas de las posibles maniobras del fujimorismo en el prólogo de la campaña presidencial de 2006, incluso las que parecían menos probables, Strubble observó que“Fujimori dominó la política peruana por 10 años gracias a agarrar a todo el mundo fuera de guardia. Su retorno pondría en confusión al actual escenario político y sacudiría los cimientos de la débil institucionalidad democrática”.
¿Cómo había surgido esa posibilidad? El 8 de agosto de 2005, la entonces congresista fujimorista Martha Moyano visitó al Consejero Político de la Embajada (Alex Margulies)  y a su adjunto, “para explorar la actitud del gobierno de Estados Unidos respecto de los esfuerzos para lograr el retorno de Fujimori y su postulación para las elecciones de 2006”.

Martha Moyano anunció a los sorprendidos diplomáticos que Fujimori quería postular a la presidencia
Moyano dijo a los presumiblemente sorprendidos diplomáticos que “Fujimori tenía la intención de
postular a la Presidencia a pesar de la inhabilitación del Congreso, que regía hasta el 2011 (…) [Moyano] insistió que la prohibición solo le impedía asumir el puesto pero no ser elegido”.Luego de la visita exploratoria de Moyano, el consejero político de la Embajada discutió el tema con Fernán Altuve, quien, según el cable, endosó, “la hipótesis de Moyano sobre el status legal de Fujimori: tenía prohibido asumir el cargo pero no candidatear”. Altuve sostuvo también que un gobierno fujimorista el 2006 “sería el mejor aliado imaginable para el gobierno de Estados Unidos, que tomaría una línea dura contra el narcotráfico y se opondría a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional”.
La evaluación de Struble fue racional pero equivocada. “…Fujimori mantiene una actitud prudente (…). La fórmula de un paciente exilio mientras se conserva una mano en el juego, funcionó para Alan García; en la última parte de los 90, pocos predijeron su retorno como un candidato presidencial viable el 2001. Alberto Fujimori parece decidido a lograr que la historia se repita”.
Menos de tres meses después, el 7 de noviembre de 2005, Struble tuvo que escribir otro urgente cable confidencial: la llegada de Fujimori a Chile y su arresto subsecuente era “una conmocionante noticia en el Perú”.
Alberto Fujimori arrestado en Chile. Una noticia conmocionante para el Perú, pero sobre todo para él (Foto: La República).
La noticia no solo había conmocionado a Lima sino provocado actitudes propias de las enturbiadas relaciones entre Perú y Chile entonces. El consejero político chileno le dijo a su colega estadounidense que el entonces presidente de Chile Ricardo Lagos, “irritado con el gobierno del Perú por el asunto de la frontera marítima” no había contestado la llamada telefónica del entonces presidente peruano Alejandro Toledo.
En el cable se detallaba que el consejero político chileno, luego de notar la deficiente calidad de los anteriores pedidos de extradición del gobierno peruano en Chile (de Daniel Borobio y Eduardo Calmell) indicó la probabilidad de que el de Fujimori fuera igualmente malo.
A la vez, el diplomático chileno informó haber conversado el día anterior con Fernán Altuve, “quien le indicó haber estado en contacto regular con el ex presidente durante su exilio en Japón”. El funcionario “quedó sorprendido por la detallada información de Altuve sobre el procedimiento legal chileno, llevándolo a concluir que Altuve habría estado involucrado en el planeamiento del viaje de Fujimori a Chile por algún tiempo”.
Las cosas, como se sabe, se complicaron, y el 14 de diciembre de 2005, el consejero político de la Embajada, Alexander Margulies fue invitado a un desayuno en la casa de Oswaldo Sandoval, a la que acudieron Santiago Fujimori, Jaime Yoshiyama y Augusto Bedoya Cámere.  El objetivo de la reunión, le dijeron a Margulies, era“mantener informado al gobierno de Estados Unidos de los objetivos y estrategias de los fujimoristas”.
Fue un largo desayuno. Lo primero que dejaron claro los líderes fujimoristas es que ellos “estaban abocados a lograr la re-elección de Alberto Fujimori a la presidencia y deseaban conocer la opinión del gobierno de Estados Unidos al respecto”.
La detención de Fujimori en Chile, reconocieron, había sido “un golpe inesperado que dañó políticamente al movimiento”. Esperaban, sin embargo, una libertad bajo caución que permitiera a Fujimori movilizar sus seguidores.
En cuanto a las elecciones, los fujimoristas habían planeado inicialmente hacer una sola lista con Fujimori como candidato, pero finalmente decidieron presentar dos listas, atentas, sin embargo, a la posibilidad de que Fujimori pudiera candidatear.
Su estrategia para las elecciones del 2006 planteaba tres posibilidades:
• Fujimori candidateaba y ganaba. Lo más probable, dijeron sus consejeros, era que entonces el Congreso le levantara el impedimento de asumir el cargo.
• Si candidateaba y no ganaba, entonces el nuevo Congreso iba a levantarle la prohibición.
• Si le impedían candidatear, los fujimoristas esperaban, pese a todo, lograr una buena representación que les permitiera presionar al nuevo gobierno para levantar la sanción contra Fujimori. Como se sabe, esta última alternativa fue la que ocurrió. En ese mismo acápite, como nota, Margulies menciona que Keiko Fujimori ha anunciado que será candidata, “presumiblemente como cabeza de lista para el Congreso”.
El 11 de abril de 2006 hubo otro desayuno de Margulies con Jaime Yoshiyama.
Yoshiyama expresó júbilo por el resultado electoral de la primera vuelta de 2006 que, a su juicio, les iba a permitir ganar “por lo menos 15 escaños … lo que les daría un poder de negociación con los otros dos candidatos, para intercambiar el apoyo en la segunda vuelta contra “garantías” de que “Fujimori y los ex funcionarios de su gobierno recibieran un ‘trato justo’”.
Yoshiyama indicóque la nueva bancada estaría liderada por Keiko Fujimori, con “el grupo pensante [la traducción literal sería, ‘con el cerebro proporcionado por’]constituido por Santiago Fujimori, Martha Hildebrandt y el abogado de Alberto Fujimori, Rolando Sousa”.
En cuanto a la segunda vuelta del 2006, Yoshiyama le confesó a Margulies que su estrategia era la de “negociar principalmente con el Apra (…) que es gente con la que se puede ‘hacer negocio’”
Jaime Yoshiyama: se puede hacer negocio con el APRA.
Pero, añadió Yoshiyama, los fujimoristas “mantendrán la puerta abierta a Humala, tanto como un incentivo para que el Apra negocie con ellos y como una póliza de seguro. Pese a que los fujimoristas cuestionan la política económica y la capacidad de gobierno de Humala, ellos no lo demonizan”.
Dos meses después, el 12 de junio de 2006, la situación ya había sido definida cuando Santiago Fujimori y su sobrina Keiko Fujimori, acompañados por Jaime Yoshiyama, se reunieron con Margulies.
Los Fujimori no dejaron dudas sobre su satisfacción de contar con 13 legisladores que iban a actuar disciplinadamente en un Congreso caótico e iban así a aumentar su capacidad de negociación con Alan García. En contraparte a su apoyo ellos básicamente pedían un mejor trato para Alberto Fujimori y los procesados por corrupción.
Luego de las conversaciones y reuniones a lo largo de varios meses, si algo queda claro al examinar los sucesivos cables, es que el motivo central del planeamiento y la acción de los fujimoristas era crear las condiciones para el retorno de Alberto Fujimori al poder. Cuando estaba en Japón, cuando estaba en Chile, y luego cuando llegó a la Diroes.
Pero la total subordinación a la persona y al objetivo quedó clara otra vez en la reunión del 12 de junio de 2006. Al hablar sobre su apoyo al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Keiko Fujimori le dijo a Margulies que iba “a pedirle a su papá que telefoneara a la entonces congresista Martha Moyano para asegurarse de que ella apoye el Tratado de Libre Comercio”.
Estaba perfectamente claro que donde manda Alberto, Keiko obedece.
Las cosas se complicaron mucho para ellos con la extradición al Perú, después con el juicio que no pudieron controlar ni el Ejecutivo ni ellos,  y finalmente con la contundente sentencia.
Con Alberto Fujimori en prisión, los fujimoristas se plantearon de inmediato una estrategia alternativa, igual que lo hicieron en los días siguientes al arresto en Chile: la candidatura de repuesto.
El propio Fujimori lo dijo, en su alegato inicial ante la Corte presidida por César San Martín:
“…sé que mi legado permanecerá (…) un legado para el presente y el futuro del que no tengo duda que continuará mi hija Keiko y por el que seguirá luchando mi hijo Kenyi”.
Cinco años después de que abortara su plan inicial, de llegar a la presidencia del Perú el 2006, con una candidatura derrotada al Congreso de Japón de por medio, Alberto Fujimori contempla la posibilidad de retornar al poder a través del eficaz repuesto que le proporcionó su hija Keiko. Y los wikicables ilustran con claridad el proceso.



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