Por Carlos Felice
Mientras en nuestro país la violencia social se
incrementa por las medidas antipopulares del presidente y el congreso. Mientras
los jóvenes indignados hacen retroceder un acto de corrupción y componendas de
las fuerzas políticas representados en el palacio legislativo. Mientras los
poderes del Estado están sumidos en la humillante desaprobación del pueblo
peruano que, una vez más, fue engañado por quienes prometieron una política de
mejoras y avances en materia económica, salud y educación, para las grandes
mayorías; hoy todo ello se muestra como la treta de un titiritero que jugó con
las ilusiones de millones de peruanos
que le dieron su confianza. Hoy el tránsfuga Ollanta Humala está más
solo y aislado que nunca. No lo quieren ni sus padres, ni hermanos, ni todo el
pueblo que le dio su voto, creyendo que empezaría “La Gran transformación”.
Mientras ello pasa en el Perú,
aquí en la ciudad más poblada por peruanos en el exterior, Paterson, y donde se
encuentra su sede consular, está dándose un fenómeno que también deja un sabor
amargo entre los peruanos que, lejos de su suelo, quieren celebrar las fiestas
patrias en paz, deseando que Peruvian Parade, el cónsul, las autoridades de la
ciudad y personas representativas de esta y otras comunidades, celebremos nuestra peruanidad sin sobresaltos ni divisionismos. ¡Sí, hay discrepancias! ¿Donde no las hay? Sin embargo, hay que aprender a respetar las
diferentes opiniones y tratar de ir todos unidos, por lo menos en temas de
orden patriótico nacional.