sobrepasaron el numero de Dios, que es uno, todas hacen fiestas, se llenan de actividad para
juntar dinero para su procesión, regalan placas, diplomas y distinciones en nombre del Señor,
todas se llenan de ternura y piden colaboraciones, Todas. No podemos quedarnos callados
como otros, estamos enmudecidos ante tanto derroche de fe confundida con negocio, estamos
impresionados con ver tantos uniformes morados tantos hábitos que pretenden tapar pecados,
las cantoras con sus velos blancos, las sahumadoras que no atrapan con su humo a un
mosquito, tradición dicen y siguen caminando en Lourdes, en la Market, en Clifton Elizabeth
y en New York, y en todas partes, Las hermandades son grupos de personas que pretenden
con sus hábitos servir al Cristo, ese que un negro pinto hace un par de siglos para pedirle que
salve a todos los esclavos del maltrato de sus amos, ese que es irreverente, un Cristo negro,
en una pared cualquiera allá por las afueras de pachacamilla. La historia negra del Cristo, en
una época de esclavos y amos, un Cristo humilde a semejanza de quien lo pinto y de todos los
negros miserables de aquellos tiempos, pero tenían esa fe adorable que el destino blasfema. Y
los octubres se cubren de morado y todos se santiguan cuando lo ven pasar en andas por las
calles, seguido de multitudes, el cónsul, el alcalde y todas las autoridades, querrán estar con
el flaco moreno crucificado y paseado por los barrios, todos querrán estar con él y demostrarle
su devoción para que no los castigue.
Un pueblo hambriento de Cristo, un pueblo hambriento de fe, hermanos que no practican el
humanismo, pero se chantan su hábito, y se echan a caminar, pidiendo el perdón por aquello
que seguramente luego de la procesión se volverá a repetir. Avancen hermanos, no todo está
perdido, entre tanto tumulto hay almas sinceras y ellas son las que llenan de piedad los ojos
del Cristo de los humildes. Las mujeres cantan su devoción los hombres levantan las andas y
se liberan de todos sus pecados porque Cristo los toco, no importa, mañana todo será igual,
la hermandad presentará su balance y todos los hermanos se felicitarán, dirán que hicieron la
mejor procesión, nadie se quitará el habito de buen pastor. Con cuantos hábitos, con cuantos
ternos podremos tapar el frio de aquellos que se mueren todos los años en las punas del Perú
También los cantores y ejecutores, las bandas que acompañan a la procesión, todos buscaran
ganarse alguito, como los mercaderes que el Cristo hecho de su templo, salvo contadas excepciones,
le cantaran free, al señor de sus amores.
Hace algunos meses un cura reclamó, administrar los bienes de una procesión, hace algunos
meses las otras hermandades no quisieron entrar en contradicción, esos no son nuestros problemas,
dicen unos, no podemos intervenir señalan otros, pero nos solarizamos y así la hermandad
se quedo sin procesión, y el cura y la iglesia sin hermandad, y el domingo hacen su
misa en una iglesia que no lleva el nombre de su procesión y seguramente las otras hermandades
estarán apoyando con sus hábitos y su pasión.
Mientras tanto en una cruz de palo, un Cristo moreno no se conforma con estas blasfemias,
mientras tanto las andas de algunas procesiones son cada vez más bellas, tienen oro, tienen
plata, muchas flores y sin embargo el Cristo moreno llego pintado por un negro que no tenia
donde caerse muerto, mensaje irrefutable de humildad que nos enrostra de la misma fe que el
destino blasfema, del Dios que adoramos y que nació, de la forma más humilde y dormitó su
primera noche en un pesebre. Esta nota no pretende señalar a ninguna organización en particular,
solo es la reflexión de muchos hermanos, feligreses, laicos que transitan por las vías de
una fe adorable, que el destino sigue blasfemando.
“Hay Hermanos todavia, mucho que hacer.”
Cesar Vallejo