lunes, 27 de octubre de 2014

¿Una izquierda peruana nacida para la derrota?





Resumen de un movimiento que al igual que Inkarri, saldrá de las entrañas de la tierra para conquistar el triunfo final


CABE


A Raúl Wiener, deseando su pronta mejoría
A raíz de la derrota, de Susana Villarán en
Lima, hay quienes dicen que la izquierda perdió,
en tanto que otros, no identificados con la
dama que hoy se autodenomina “republicana”
(¿?), sostienen que la derrota solo fue de ella.
Por eso, haremos un esfuerzo por recrear una
historia que vale la pena recordar.
Las primeras décadas del siglo pasado estuvieron
marcadas por grandes convulsiones sociales,
la revolución mexicana (1910), la Primera
Guerra Mundial (1914), y la revolución socialista
rusa (1917). Esto abrió el debate en las
mentes de los jóvenes de la época y el Perú no
estuvo ausente.

Siguiendo una corriente obrera que, desde
1904, había marcado sus luchas por la Jornada
de 8 horas, finalmente conquistada en 1919,
se unen el anarco-sindicalismo, protagonista de
la victoria, con los estudiantes universitarios,
dando a luz a la izquierda peruana. Su primera
tarea fue dar origen al Frente Antimperialista,
que concita el apoyo activistas e intelectuales
como, José Carlos Mariátegui, Haya de la Torre,
Antenor Orrego, Luis Alberto Sánchez, entre
otros.
En 1924
Haya de la Torre da un viraje de estrategia electoral
y funda el APRA, como un bloque, democrático
popular, como frente único de 4 clases:
la burguesía nacionalista (¿), las clases medias,
el proletariado y el campesinado.
Sin embargo, considerando que la burguesía
peruana no tiene raíces nacionalistas, el campesinado
es “ignorante” y la clase obrera está
aun en “etapa lactante”, corresponderá a las
clases medias la conducción política de la revolución
aprista.
Esas tesis sociales, estaban basadas en el concepto
de que, persistiendo en el Perú un sistema
semifeudal, necesita todavía beneficiarse
de las fuerzas progresistas del capitalismo que,
regulado por un Estado antimperialista, logrará
convertir al Perú en un país desarrollado hasta
que, algún día, se produzca el advenimiento del
socialismo.
Contra ese pronunciamiento, sale al frente José
Carlos Mariátegui y entabla una seria polémica
hasta llegar a la ruptura (1928) con Haya de la
Torre y los apristas.
Habiéndose formado en el marxismo durante

su estancia en Europa, Mariátegui participa en la ruptura de Gramsci con la socialdemocracia,
que da origen al Partido Comunista Italiano en
el Congreso de Livorno. Allí forma su ideario
político bajo el estudio de las tesis de los primeros
congresos de la Internacional Comunista
(Tercera Internacional, 1919-1922), cuyas tesis
fueron elaboradas por diferentes intelectuales
agrupados en torno a Lenin, Zinoviev, Bujarin y
Trotsky.
Esas tesis precisaban:
1- la identidad del imperialismo, no como un
país opresor contra un país colonial o semicolonial.
El imperialismo es la expansión del sistema
capitalista a nivel mundial, donde las clases
capitalistas-imperialistas imponen su dominio,
por todo el planeta, contra los trabajadores de
la ciudad y el campo. El imperialismo es ante
todo fruto de una lucha de clases, no de países.
2- la estrategia revolucionaria para acabar el
dominio del capital imperialista es la revolución
socialista. Es decir, la liquidación de la propiedad
privada de los grandes medios de producción.
3- la dirección de la revolución tiene un marcado
sello de clase obrera que atraerá a su
liderazgo a las demás clases explotadas por el
capital. Esto es válido para los países capitalistas
avanzados como para las colonias y semicolonias
(como Perú).
4- el Internacionalismo, la revolución socialista,
en tanto que el capitalismo ya envuelve al
mundo con su sistema de opresión y explotación,
tiene un carácter internacional, por tanto
requiere la unidad y concertación de todos los
trabajadores.
En todo lo que se escribe entonces, revive el
espíritu del Manifiesto Comunista (1848), redactado
por Marx y Engels,
con su proclama final:
los trabajadores no tienen
fronteras… los proletarios
no tienen nada que perder,
sino sus cadenas…
por el contrario, tienen
todo un mundo entero
que ganar. ¡Proletarios de
todos los países, uníos!
Es con estas tesis que
Mariátegui no solo polemiza
contra el APRA, sino
que enfrenta al estalinismo
que en junio de 1929
intenta, en Buenos Aires,
Argentina, rendir a los
partidos revolucionarios a
la dirección de la Tercera
Internacional, que daba
un viraje socialdemócrata
a la conducción de los partidos comunistas latinoamericanos.
Luis Flores Galindo, describe, los contornos y
contenidos de la confrontación del Amauta contra
la Komintern, en tanto Germaná y Quijano,
han sido también explícitos en la señalada
polémica contra Haya de la Torre.
Lo importante a destacar es que casi a fines
de los años 20, la izquierda parió mellizos, no
gemelos: el APRA y el mariateguismo revolucionario
socialista.
A la muerte de Mariátegui, Eudocio Ravínez,
comisario de Stalin, quien mantenía una oculta
conspiración contra el Amauta, cambia el
nombre del Partido Socialista por el de Partido
Comunista sometiéndolo, sin críticas, al Komintern.
En ese momento se entierran las diferencias
con el APRA, y este sector de la izquierda
se muda al bloque democrático popular.
La izquierda que con su derrotas electorales
crónicas, viene aplastando las movilizaciones
populares, frustrando las luchas de los jóvenes
y en general de los trabajadores en la ciudad
y el campo y desmoralizando a intelectuales
honestos que aun creen que ella es, lo que en
realidad ya fue. Esa no es la izquierda del Partido
(Bloque) Socialista que fundara Mariátegui.
Esa es la izquierda nacida para ayudar a la oligarquía
peruana a derrotar a los trabajadores.
Es la izquierda que perdió con Villarán y que se
prepara para derrotarnos en el 2016.
Es la izquierda a la que se refiere Raúl Wiener
lamentando haberle “fallado” por no poder
irla a votar, cuando en realidad, su estado de
salud, que lamentamos, lo ha librado de actuar
en favor de una opción que nunca debiera merecer
su voto.

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