A mediados del siglo pasado, un antiguo edicto municipal de la ciudad del Cusco, decía al pié de la letra: “Se prohíbe a los indios y a las bestias caminar por las veredas”. Ese edicto marcaba y sigue marcando la historia de las luchas sociales en un Perú donde los votos disidentes, al corrupto poder oficial, siguen siendo tratados como provenientes del “electarado”.