Por David Brooks
Todas las noches en Nueva York, la ciudad más rica del país más rico
del mundo y la capital del capital, uno tiene que caminar cuidadosamente para
no molestar a los que están durmiendo en la calle.
Todos los días más de 50 mil personas pernoctan en las calles o en
albergues –21 mil de ellas son menores de edad– en esta ciudad, que ha
experimentado un auge en construcción de edificios de lujo. Este es un
incremento desmedido desde que Michael Bloomberg, el hombre más rico de Nueva
York, asumió como alcalde: la población de los albergues se ha incrementado 61
por ciento y ha habido un aumento de 73 por ciento en total de la población sin
techo, según la Coalición por los Sin Hogar.
Todos los días uno escucha que la bolsa de valores subió o bajó, como
si ello fuera uno de los datos más importantes del mundo. Mientras los miles de
sin techo buscan una esquina o un catre en algún albergue, los ricos van
midiendo cuántos millones subieron o bajaron sus fortunas mientras caminan
cuidadosamente sobre los bultos humanos en las banquetas, a veces ofreciendo un
dólar o dos. No importa que sus fortunas provengan de mil manipulaciones,
especulaciones, estafas y engaños, parte del fraude del siglo que se cometió en
este país en los últimos años.
Día tras día, para algunos cuantos, todo funciona a la perfección.
Solo se tienen que contar, para entender todo bien, cosas como que los seis
herederos de la fortuna de Walmart tienen más riqueza que 42 por ciento de
estadunidenses que están en la parte baja de la pirámide socioeconómica, según
el Instituto de Política Económica.
Las cifras de la violencia
Todos los días, en promedio, hay 32 muertos (ocho de ellos menores de
edad) y 140 heridos por la violencia con armas de fuego en el país. Los
fabricantes de armamento están felices. También los empresarios dedicados a la
industria de la seguridad pública, quienes lucran con enjaular delincuentes,
siempre y cuando no sean banqueros. Tanto así que uno de los sectores más
dinámicos de la economía ha sido la industria carcelaria, cada vez más
privatizada –las dos compañías más grandes dedicadas a este negocio obtuvieron
3 mil millones dólares en ingresos en 2010–, incluyendo el creciente business
de detener a migrantes.
Hay un lugar que defiende ferozmente el derecho a las armas y también
el derecho del Estado a matar. Texas está por ejecutar al número 500 de sus
reos, desde que la pena de muerte fue reinstalada en este país en 1976.
Kimberly McCarthy, de 52 años, mujer afroestadunidense, enfrentará la inyección
letal el próximo miércoles por el asesinato de su vecino, si los tribunales no
emiten una orden de último momento para detener la ejecución.
Todos los días se gastan sumas masivas no sólo en lo que se llama
seguridad pública, sino en la seguridad nacional, término que no tiene nada de
nacional, sino abarca el mundo entero. Todo, dicen, para defender la libertad,
la paz y los derechos humanos.
Parte de este aparato masivo de seguridad nacional fue expuesto con la
revelación –una vez más– de que todos los días las autoridades del país que se
proclama campeón de las libertades civiles, incluyendo el derecho a la
privacidad y la libre expresión, están vigilando a millones aquí y alrededor
del mundo.
Big Brother is Watching You!
La violación sistemática de la privacidad por el gobierno ha generado
una reacción dividida y confusa entre la población. Una encuesta del Centro de
Investigación Pew registró que 49 contra 44 por ciento cree que la filtración
de los documentos secretos por Edward Snowden, ex contratista de la Agencia de
Seguridad Nacional, sirvió al bien público, pero a la vez una mayoría, 54 por
ciento, considera que debería ser procesado penalmente por la filtración. Más
preocupante es que una mayoría (53 por ciento) piensa que los programas masivos
de vigilancia sobre las comunicaciones personales de millones ha ayudado a
prevenir atentados terroristas. Una mayoría (54 por ciento) estima que el
gobierno ha recaudado datos sobre sus comunicaciones por teléfono o vía
cibernética.
Una caricatura de PC Vey, publicada en The New Yorker, resume todo: se
ve una pareja sentada en un sofá frente a una televisión y uno de ellos
comenta: No me molesta ceder la apariencia de privacidad para vivir con la
ilusión de la seguridad.
Edward Snowden
¿Y qué pasa con quien reveló que el gobierno espía a todo el mundo? Lo
acusan de espiar. Edward Snowden ahora enfrenta cargos conforme a la Ley de
Espionaje de 1917 (norma creada para perseguir a disidentes en la Primera
Guerra Mundial) y se vuelve el séptimo caso encuadrado en esa ley durante la
presidencia de Barack Obama; solo se había usado tres veces por los presidentes
anteriores.
Los gobiernos no deberían tener esta capacidad. Pero emplearán toda la
tecnología disponible para combatir a su enemigo principal: sus poblaciones,
afirmó Noam Chomsky a The Guardian recientemente. Los gobiernos no son
representativos. Tienen poder propio y sirven a los segmentos de la población
que son dominantes y ricos.
Todos los días se advierte que el cambio climático tiene consecuencias
cada vez más devastadoras. Sin embargo, esto podría tener un lado positivo. Un
gran amigo defensor de los derechos humanos, quien persigue terroristas y
ladrones latinoamericanos que encuentran refugio en Estados Unidos, envió un
correo con el título Buenas noticias. Contenía un reportaje que afirmaba que
antes del fin del siglo Miami desaparecerá bajo las aguas del mar como
resultado de la crisis climática.
Tal vez los homeless son los más inteligentes: no están en manos de
los banqueros, no suelen tener armas de fuego. Suelen no tener teléfonos ni
computadoras, y no tienen casas que pudieran inundarse por la crisis ecológica.
Sin querer, se salvan de tanta estafa, balas, espionaje e irresponsabilidad
ambiental.
Todos los días la noticia cotidiana aquí es sobre un país que parece
enfrentar amenazas a su bienestar. Pero el enemigo, tal vez, no es el que está
allá fuera.
(Tomado de La Jornada)
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