sábado, 13 de julio de 2013

¿Por qué los peruanos cocinan como los dioses?








Por CABE



Cuenta una de las viejas tradiciones de la cultura andina milenaria que los peruanos debiéramos conocer para alimentar el alicaído orgullo patrio, una historia respecto a la maravilla de la culinaria peruana. Dice así:
En tiempos muy remotos, luego que el Dios Wiracocha creara a los runas (seres humanos), al igual que los dioses de todas las culturas, tenía un heraldo que bajaba a la tierra y observaba a los runas y transmitía toda su información al Palacio de piedra de los dioses que miraban desde las alturas el producto de su creación.
Un buen día, el heraldo, que hoy es un pajarito llamado Chihuaco, y que se caracteriza por tener las posaderas rojas porque siendo muy travieso, los dioses le daban de nalgadas, llegó al Palacio sobresaltado y le informa a Wiracocha que los runas están muy delgados que de pronto, apretándose el vientre, botan espuma por la boca y caen desplomados.

La diosa Keri Awicha, que se hallaba cerca, comenta: “pobrecitos, es que no se les ha dicho que tienen que comer para sobrevivir”.
Ante ese comentario, Wiracocha convoca a todos los dioses y ordena resolver el problema. Keri Awicha sugiere preparar alimentos para que Chihuaco se los lleve a los runas.
Watio se ofrece conseguir los ingredientes y desde entonces pasa a ser el dios de la Agricultura.
Puestos en acción pronto tendremos el espectáculo de los dioses cocinando entre humos y vapores de diferentes aromas, y colores. Destacaba entre ellos, sin duda, Keri Awicha que pasa a ser la diosa de la cocina, y así entre cantos corales de maravillosas ñustas y los fuegos de volcanes que además de dar vida y color alimentaban el calor de las cocinas, fueron preparandose exquisitos manjares, con los mejores ingredientes, los más nutritivos, agradables al paladar, saludables y generosos, que con la sagrada Chicha alcanzaban su máximo esplendor.
Terminada la faena, los dioses inventaron una olla mágica y fueron colocados allí todos los manjares para el deleite y la salvación de los runas.
Chihuaco, cogió la olla y fue bajando a las tierras de los runas. Pero ya hemos señalado lo travieso y desentendido que era este pajarraco. El caso es que mientras volaba, se le cruzó una palomica de lindos ojos y agradable vuelo y Chihuaco desendió cuanto pudo y escondió la olla mágica entre unos matorrales y salió en busca de la palomita encantadora.
Al no encontrarla, luego de horas de búsqueda, resignado, Chihuaco regresó al lugar donde supuestamente había escondido la olla. Pero no la encontró. Desesperado por el castigo de los dioses, Chihuaco se hallaba desolado, hasta que finalmente, gracias a que él había observado con mucha atención como cocinaban los dioses, tomó una desición.
Voló hacia los runas y en un encendido discurso les dijo que su problema era la falta de alimentos. Que los runas debían comer para sentirse fuertes y felices. Y que los dioses le habían enseñado lo que debían hacer.
Así es como los runas siguiendo las instrucciones de Chihuaco, aprendieron a cocinar y por eso desde entonces se dice que los peruanos y peruanas ¡cocinan como los dioses!

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