sábado, 7 de septiembre de 2013

¿De Aquí para allá?







 Por Rosa Maria Contreras


Entre los países de habla hispana, fue España (a través de la Organización Nacional de Ciegos Españoles-ONCE) el  primero que incorporó en sus leyes, normas que facilitan a los discapacitados acceder a los Servicios de Transporte Público: como la de recibir buen trato, acceder a los primeros 4 asientos, pagar el 50% de la tarifa establecida, entre otros.  
Dicha institución, creada con la misión de laborar por una decidida ejecución de los Derechos universales, tuvo y aun tiene influencia en estamentos educativo, religioso, empresarial y político. Con las permanentes campañas de promoción humana, han logrado sensibilizar a casi toda España y sus estructuras físicas y psicológicas.

La ONCE está integrada por gente con discapacidad visual. Desde sus orígenes (sin ignorar las necesidades y aportes de personas con otras discapacidades) plantea -con la autoridad que da el conocimiento empírico, teórico y práctico- propuestas de solución a una serie de problemas cotidianos como el de Transporte Público, que dicho sea de paso, se viene superando, paulatinamente, en  el mundo:
La tecnología posibilita hoy, que una persona en silla de ruedas acceda al ómnibus mediante una plataforma que baja a la altura del usuario, y lo eleva hasta ubicarlo dentro de éste.         En 1985, la propuesta de las fuerzas representativas del Perú, de adaptar las unidades con ascensores automáticos para el fácil acceso a discapacitados y ancianos fue aceptada parcialmente, debido al elevado costo que representaba para los empresarios, ya que por tal adaptación no recibirían ninguna compensación económica.
Los líderes insistieron en la dación de leyes especificas; y hoy, luego de 30 años (¿what…!!!?) pueden ver algunos resultados: El Metropolitano y el Tren eléctrico en Lima ya están a la orden. Y las nuevas unidades de transporte público que se importan  deberán cumplir un requisito fundamental, contar con el ascensor automático de accesibilidad. El Consejo Nacional para la Atención de Personas con Discapacidad (CONADIS) es el ente fiscalizador.
Transportarse de un lugar a otro representa un natural desgaste de energía, que se duplica para alguien con discapacidad física por la deficiencia que la limita desenvolverse con normalidad y por las minusvalías externas que encuentra a su paso. La accesibilidad a éste y tantos otros servicios requiere de una decidida labor política.
Que invierta tiempo y dinero en las auténticas necesidades humanas, que considere en sus proyectos de desarrollo (educativo- empresarial-social-gubernamental) la erradicación de esa cultura  indolente o máquina andante en lo que parece estar convirtiéndose la sociedad, que ejecute las normas posibilitando a todos a Ser y a Sentirse Personas… en permanente proceso de Humanización!!!
Involucrarse en la problemática de la Persona con Discapacidad, es como viajar horas de horas redescubriendo la humana capacidad (potenciada para colaborar, entregar, servir, dar, pertenecer). Y aunque transportarse imaginariamente parezca una fantasía,  viajar por estos lares te permite estar en otro sitio y a la vez dentro de tí mismo: “Es como ir a la otra acera, y al llegar, encontrarte con tu propia esencia”.

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