lunes, 5 de mayo de 2014

El presidente misericorde con narcotraficantes





Por Claudia Cisneros


¿Cómo hacerte
rico gobernando
dos veces y
escapar de todos
los delitos que se
te imputan una y
otra vez? Tiene
que importarte
poco o nada el
país, la gente y
su bienestar.

Debes tener
hiperplasia verborrea y la lengua bien
entrenada para mentir, entretener, manipular,
engatusar. Amplia sonrisa de quien mientras
te abraza te birla la billetera. Tienes que
saberte rodear de un sicariato político, que
entienda que asume su condición de fusible,
dispuesto a pagar cárcel, castigo o pena por
salvarle el pellejo al mal mayor. Su identidad
y estabilidad económica dependen de ello.
Por eso lamen sus botas ensangrentadas de
cuanto roba, corrompe, destruye, miente,
manda matar. Es el mejor ejército guardián y
cómplice de cuanto mal salga de sus
entrañas, y nunca parece dejar de parir.
Delitos, crímenes, denuncias, acusaciones,
siempre se las arregla para salir bien librado.
Penetra las altas esferas de la Justicia, el
Ministerio Público, el Poder Judicial, el
Tribunal Constitucional. Es uno de sus trucos
más sagaces. Tener ahí, donde la vida de un
criminal pende del hilo de la justicia,
asegurado su futuro sin cárcel ni condena,
sin siquiera un proceso, es de sus más
sorprendentes actos. En silencio, armando su
ajedrez en el que compra, vende, comercia
delitos a cambio de Omertá, el silencio y la
impunidad como moneda, como pagaré para
el siguiente nivel de inframundo en el 
que le toque imperar. Quizás hasta deje 
que escojas el tamaño del vuelto: 
faenita, faenaza, faenón. Siempre que la 
plata llegue sola, caminando desde el bolsillo 
de los ilusos que creyéndole, o tapándose la 
nariz, apostaron por él. Lo hizo tras su 
primer gobierno. Acusado en 1992 de 
enriquecimiento ilícito, por el escándalo del 
Banco de Crédito y Comercio Internacional 
(BCCI), la compra-venta de aviones Mirage, 
y desequilibrio patrimonial. Y en 1994 por 
enriquecimiento ilícito, colusión ilegal, 
negociación incompatible, cohecho pasivo, 
soborno (caso del tren eléctricoTralima). ¿Se 
allanó a la justicia para ser investigado? No. 
Huyó a Francia y Colombia hasta que los 
delitos prescribieran. Y el favor y contraseña 
de Montesinos lo ayudó a volver. De la 
matanza de 39 campesinos en el 88 en 
Cayara, Ayacucho, fue salvado por la fiscal 
suplente, Miluska Cano. De la masacre de El 
Frontón a presos rendidos lo salvó el TC 
fallando en 2013 que no fue delito de lesa 
humanidad, o sea, es prescriptible. En BTR 
desaparecieron USBs, videos y audios. Igual 
en el incendio del local del archivo escolar. 
En el sangriento Baguazo fue blindado. Pero 
en narcoindultos él mismo había confesado 
su complicidad con Chinguel, revisando caso 
a caso las 5.246 conmutaciones (3.207 a 
condenados por tráfico de drogas y 400 casos 
agravados) y 232 indultos (72 a casos de 
drogas también). Una persona decente y 
honesta no se escudaría en la supuesta 
defensa de un formulismo para que la 
investigación no siga su curso y se pruebe su 
culpa o inocencia. Si el candidato no tuviera 
antecedentes, si no tuviera prontuario que 
esconder, no usaría la “forma” para esconder 
el “fondo”, ese bajo y pérfido fondo que 
transgrede la justicia, trastoca poderes, 
corrompe instituciones, viola una y otra vez 
a los ciudadanos y a nuestras expectativas de 
un país decente y justo. 

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