Por Claudia Cisneros
¿Cómo hacerte
rico gobernando
dos veces y
escapar de todos
los delitos que se
te imputan una y
otra vez? Tiene
que importarte
poco o nada el
país, la gente y
su bienestar.
Debes tener
hiperplasia verborrea y la lengua bien
entrenada para mentir, entretener, manipular,
engatusar. Amplia sonrisa de quien mientras
te abraza te birla la billetera. Tienes que
saberte rodear de un sicariato político, que
entienda que asume su condición de fusible,
dispuesto a pagar cárcel, castigo o pena por
salvarle el pellejo al mal mayor. Su identidad
y estabilidad económica dependen de ello.
Por eso lamen sus botas ensangrentadas de
cuanto roba, corrompe, destruye, miente,
manda matar. Es el mejor ejército guardián y
cómplice de cuanto mal salga de sus
entrañas, y nunca parece dejar de parir.
Delitos, crímenes, denuncias, acusaciones,
siempre se las arregla para salir bien librado.
Penetra las altas esferas de la Justicia, el
Ministerio Público, el Poder Judicial, el
Tribunal Constitucional. Es uno de sus trucos
más sagaces. Tener ahí, donde la vida de un
criminal pende del hilo de la justicia,
asegurado su futuro sin cárcel ni condena,
sin siquiera un proceso, es de sus más
sorprendentes actos. En silencio, armando su
ajedrez en el que compra, vende, comercia
delitos a cambio de Omertá, el silencio y la
impunidad como moneda, como pagaré para
el siguiente nivel de inframundo en el
que le toque imperar. Quizás hasta deje
que escojas el tamaño del vuelto:
faenita, faenaza, faenón. Siempre que la
plata llegue sola, caminando desde el bolsillo
de los ilusos que creyéndole, o tapándose la
nariz, apostaron por él. Lo hizo tras su
primer gobierno. Acusado en 1992 de
enriquecimiento ilícito, por el escándalo del
Banco de Crédito y Comercio Internacional
(BCCI), la compra-venta de aviones Mirage,
y desequilibrio patrimonial. Y en 1994 por
enriquecimiento ilícito, colusión ilegal,
negociación incompatible, cohecho pasivo,
soborno (caso del tren eléctricoTralima). ¿Se
allanó a la justicia para ser investigado? No.
Huyó a Francia y Colombia hasta que los
delitos prescribieran. Y el favor y contraseña
de Montesinos lo ayudó a volver. De la
matanza de 39 campesinos en el 88 en
Cayara, Ayacucho, fue salvado por la fiscal
suplente, Miluska Cano. De la masacre de El
Frontón a presos rendidos lo salvó el TC
fallando en 2013 que no fue delito de lesa
humanidad, o sea, es prescriptible. En BTR
desaparecieron USBs, videos y audios. Igual
en el incendio del local del archivo escolar.
En el sangriento Baguazo fue blindado. Pero
en narcoindultos él mismo había confesado
su complicidad con Chinguel, revisando caso
a caso las 5.246 conmutaciones (3.207 a
condenados por tráfico de drogas y 400 casos
agravados) y 232 indultos (72 a casos de
drogas también). Una persona decente y
honesta no se escudaría en la supuesta
defensa de un formulismo para que la
investigación no siga su curso y se pruebe su
culpa o inocencia. Si el candidato no tuviera
antecedentes, si no tuviera prontuario que
esconder, no usaría la “forma” para esconder
el “fondo”, ese bajo y pérfido fondo que
transgrede la justicia, trastoca poderes,
corrompe instituciones, viola una y otra vez
a los ciudadanos y a nuestras expectativas de
un país decente y justo.
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