jueves, 29 de octubre de 2015

Elecciones: ¿Arrancaron?



Por Carlos Bernales - Cabe
Según los titulares de los medios, atrapados o no por el grupo El Comercio, ya arrancó la carrera electoral en el Perú.

Bueno, es un decir. Sobre todo en un país donde el continuismo fujimontesinista ha marcado a sangre y fuego 25 años de existencia y en los que las elecciones no significan otra cosa que una tomadura de pelo, por no decir un atropello persistente.

Recordemos que en el 2000, el candidato Toledo soltó una frase para la historia, entre sus muchas burradas, “construiré el segundo piso del fujimorismo”, dijo. Y así ha sido. Solo que Toledo no ha sido el único albañil en la construcción de ese edificio. Lo siguió Alan García, y luego Humala. Unos cachueleros chambones a juzgar por el mamarracho de economía y sociedad que han edificado.

Y si de política se trata, el sistema de partidos del que solo la Confiep puede sentirse orgullosa, porque está hecho a su imagen y semejanza, ha sido bien definido por el propio Humala como “una cloaca”. Un asco. Un antro de corrupción y crimen organizado. Bien se puede decir que la burguesía peruana se acerca al excusado y de allí escoge a sus políticos.

Sin embargo, allí están las elecciones. La mecida se pone nuevamente en acción. Los candidatos lucen sus mejores sonrisas, se tomarán muchas fotos con niños, y ofrecerán y ofrecerán lo que nunca cumplirán.

A este juego, donde todo está arreglado bajo la mesa, de pronto, con el cuello picoteado, reingresa la vieja izquierda socialdemócrata, (estalinista, socialcristiana, etc.) dividida y peleando su lugar al centro de la foto, a buscar un asientito en la ruleta electoral.

Únete, un agrupamiento de viejos oportunistas que tan solo quieren ganarse alguito para sus bolsillos, ya hizo el ridículo mostrándose con Mr. Baguazo, Yehude Simon, contratado como vientre de alquiler para sus apetencias. Pero al final éste se fue con la bola y los dejó sin juego, aunque al parecer ya alquilaron una nueva opción con los Fonavistas. Acá “no pasa nada”, como diría el recordado y recientemente fallecido, Humberto Martínez Morosini.

Por otra parte, una convergencia de organizaciones en las que destaca Tierra y Libertad, de Marco Arana, y otras en las que predominan muchos jóvenes, un sector de los cuales dieron fiera lucha contra la “Ley Pulpín”, hoy se agrupan en Sembrar”, una nueva organización que ha logrado, luego de unas elecciones primarias, elegir a la congresista Verónika Mendoza como candidata a la presidencia.

Es Verónika Mendoza una figura fresca e interesante, que aun merece el beneficio de la duda. Por su juventud y por los jóvenes que la acompañan. Por encima de las críticas que despierta en quienes sienten que su capilla se desmorona y que sus feligreses adquieren una nueva fe, las campanas ya repican por su ingreso a la pelea electoral, donde pone el ritmo Tierra y Libertad, la organización del ex cura Marco Arana, mejor posicionada en los movimientos sociales por una larga lucha pro ambientalista, pro agricultura y en contra de la depredación que causa la explotación minera. Una lucha que no cesa, que se sostiene día a día y avanza al margen de la mecida electoral.

También están quienes se afirman en que “todos son iguales” y por ello no encuentran otra alternativa que agitar el “Voto Nulo”. Ciertamente, en una sociedad ganada por el escepticismo, esta opción inundada de pragmatismo, que dicho sea de paso, es la filosofía del capitalismo neoliberal, como no podía ser de otra manera, apuesta a la nada. No alternativas, No propuestas.

Es que esta tendencia, al Voto Nulo, no puede existir sin negarse a si misma.

Puede tener un éxito momentáneo entre quienes rechazan un sistema basado en la corrupción y la mendicidad implantadas por el narco Estado neoliberal que nos gobierna… que gobierna el mundo.

Hace años, alguien en el Perú señaló que un presidente honrado ya sería una revolución. Lo que tenemos como escalón para subir, en este momento, es la candidatura de Verónika Mendoza, que aunque no se lo proponga, abre el debate sobre cual es la alternativa para la solución de los problemas fundamentales del Perú y el mundo entero.

Quienes creemos en el socialismo no podemos apartarnos del debate como el avestruz. Hay que enfrentarlo allí donde se da. De lo contrario, un aplastante triunfo, ya sea del fujimontesinismo o el aprismo, en condiciones de crisis del capital, daría la pauta para un Estado exacerbado, listo para bañar en sangre la movilización popular.

En ese escenario, las tendencias violentistas, tipo sendero luminoso, podrían encontrar nuevamente la excusa para un nuevo e inútil derramamiento de sangre. Eso se debe evitar a toda costa.

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