miércoles, 16 de marzo de 2016

“¡No quiero nada con el Perú!”


La semana pasada, Marisa Glave, candidata número 1 del Frente Amplio en la lista parlamentaria de Lima y Peruanos en el Exterior, visitó New York y New Jersey. Trajo la palabra y las propuestas de Verónika Mendoza para los peruanos que vivimos lejos de la patria.


Su visita fue un éxito rotundo: tanto en Queens, NY, como en Paterson, NJ, las zonas de mayor concentración de peruanos, Marisa suscitó entusiasmo y adhesiones. Desmintiendo el mito de que los peruanos de NY y NJ “son fujimoristas”, Marisa encontró solamente apoyo e interés. De hecho, no hubo incidente alguno con seguidores de ninguna otra agrupación.

Sin embargo, un momento, el que da título a este artículo, quedó grabado en mi mente. Ocurrió en Hamilton Plaza, afuera del consulado del Perú en Paterson. Marisa estaba conversando con las personas que salían del edificio donde se encuentra nuestra sede y repartiendo volantes. Todas las personas aceptaban los volantes de buena gana y se detenían a conversar.

Sólo en un caso ocurrió lo contrario. Un hombre en sus 30s, acompañado de una mujer y un niño, salían apresurados y, cuando Marisa hizo el intento de saludarlo, el hombre agachó la cabeza y le dio un jalón a la mujer y al niño. “No, gracias. No quiero nada” dijo. Pensamos que podía ser un simpatizante de alguna agrupación rival que rehusara nuestra información. Pero una vez que se había alejado un par de pasos, volteó y dijo “¡No quiero nada con el Perú!”.

En cada actividad electoral, quienes hacemos campaña esperamos no perder un votante. Pero este caso era peor: habíamos perdido un compatriota. Quién sabe qué frustraciones, qué trámites burocráticos absurdos, qué humillaciones tenía que enfrentar para que saliera del consulado de su país con este nivel de cólera.

El Perú maltrata a los millones de ciudadanos que vivimos en el exterior. Los consulados son apenas la punta del iceberg. Sin fondos ni instrucciones para brindar ayuda legal eficaz, o para orientar cuando hay problemas sociales o de salud, son apenas ventanillas del Banco de la Nación para trámites de documentos. Son una institución de otra época, cuando había pocos peruanos en el exterior, y los que estaban en el extranjero eran probablemente de una minoría privilegiada, sin necesidades que no pudieran ser resueltas con dinero o influencias. Con 3 millones de peruanos en el exterior, ese esquema ha colapsado. 

En las afueras del consulado, Marisa escuchó historias seguramente similares a la que había causado la frustración de nuestro compatriota. Gente que pierde un pasaje porque descubre que tiene que hacer trámites abstrusos para viajar; demoras para resolver un divorcio o una sucesión, que aumentan la tensión de momentos de por sí difíciles; madres que tratan de encontrar ayuda en casos de violencia doméstica y no encuentran respuesta.

Y temor, mucho temor: los peruanos sin papeles no saben si el consulado los ayudará o los pondrá en evidencia. No tienen, sencillamente la información y no confían en la desbordada, pequeña autoridad local. 

El Frente Amplio es la única fuerza que da respuestas a los problemas de los peruanos en el exterior. Hemos dicho muy claramente que se necesita un Viceministerio de la Movilidad Humana, con una provisión adecuada de fondos, similar a las excelentes experiencias de países hermanos como Ecuador y Uruguay, que atienda exclusivamente a los emigrantes y retornantes. Los consulados no pueden restringirse a trámites documentarios, sino que tienen que dotarse de asesores legales y sociales que den efectivo apoyo a los migrantes para amparar sus derechos y potenciar los beneficios de su presencia en otro país.

Los migrantes peruanos somos parte de la patria. Merecemos y tenemos derecho a un apoyo eficaz de nuestras autoridades. Sólo el Frente Amplio, de la mano de líderes jóvenes como Verónika Mendoza y Marisa Glave, recoge nuestras demandas. 
Por Eduardo González Cueva1


(Endnotes)

1 Coordinador del Frente Amplio en New York. Eduardo@gonzalezc.com

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