domingo, 19 de junio de 2016

PPK y la inversión


La inversión privada constituye, por su innegable poder, es decir, por su capacidad de influencia en el curso de los eventos, otro sector que podría ayudar al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski a compensar su debilidad ante un Congreso dominado por el fujimorismo, especialmente si la pataleta post derrota le dura a Fuerza Popular más de lo razonable.
Así como una buena relación con la opinión pública puede ayudar a PPK en sus batallas políticas contra la oposición fujimorista –como se explicó ayer en esta columna–, la empresa privada también puede fortalecerlo.
Asustado por la posibilidad de que el Frente Amplio de Verónika Mendoza pasara a la segunda vuelta, el empresariado sintió que se le apareció la virgen cuando el flash electoral de la primera vuelta señaló que los que seguían en carrera eran Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, es decir, dos candidatos ‘de derecha’.
Por ello, al día siguiente de la primera vuelta, el 11 de abril, el mercado bursátil peruano pegó un alza fuerte y las expectativas de la inversión privada observaron una mejora sustantiva.
Pero ahora ese escenario se empieza a oscurecer por la posibilidad de que el fujimorismo lance desde el Congreso que controla una samaqueo intenso contra el gobierno de PPK, mellando la gobernabilidad peruana.
Un escenario como ese pondría en vilo al país ante la posibilidad de que la vida política nacional se volviera un clásico entre la vacancia presidencial versus la disolución del Congreso, lo cual constituiría un fenómeno absolutamente adverso para el clima de negocios en el Perú.
El empresariado está impregnado de un pragmatismo al que una oposición abiertamente agresiva del fujimorismo contra el nuevo gobierno, le caería bastante mal por su impacto negativo para la reactivación que se espera en la economía peruana.
En ese caso, es probable que el nuevo gobierno no solo recibiría el apoyo del empresariado, sino que este buscaría la manera de hacerle llegar al fujimorismo liderado por Keiko Fujimori algún tipo de mecanismo de presión con el fin de revertir el rumbo de colisión en el que ella estaría entrando a la política peruana del próximo lustro, arrastrando al descalabro a las empresas, sus inversiones y –de paso– nada menos que al país.

Por lo demás, es evidente que varios integrantes del alto mando fujimorista –incluyendo a su actual secretario general José Chlimper–, así como no pocos integrantes de la bancada parlamentaria de Fuerza Popular, son empresarios prominentes con una gran preocupación por el futuro de sus propias inversiones.

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