NO SÓLO
INFORMAR : MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA
Por Wiston
Orrillo (fragmento)
Sostenemos que Vallejo es un gran informador, que
el viaje por sus artículos y crónicas nos permite, sin duda, adentrarnos por
los vericuetos de la decisiva época que le tocó vivir (tanto en el Perú cuanto
en Europa). Pero, a la vez, afirmamos que nuestro poeta no se queda en este
(importante) aspecto: el de satisfacer el hambre informativa, el de cubrir una
transcendente necesidad: la de estar informados sobre lo último de la
literatura, el arte, la política, la ciencia, la moda, los deportes (y todo lo
que ya vimos en el capítulo anterior).
No, el autor de Contra el secreto profesional,
va, permanentemente, más allá de la noticia, trasciende la novedad de lo
que nos está informando.
Hay siempre un metalenguaje utilizado por el poeta
para situarnos en la capacidad (tan humana) de interpretar los sucesos en su
exacta (y plural, polivalente) dimensión. Vamos, en este capítulo, a rastrear
algunas de sus cimas.
Así, en la nota del autor a la edición española de
Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin, nos da una
clave. Allí escribe:
"La vida de un individuo o de un país exige,
para ser comprendida, puntos de vista dialécticos, criterios en movimiento. La
trascendencia de un hecho reside menos en lo que él representa en un momento
dado, que en lo que él representa como un potencial de otros hechos por
venir." (1)
Vallejo comenta el Salón de Otoño. Hace,
aquí, como es natural, una crítica de arte. Pero no se conforma con esto –luego
de habernos, por cierto, llevado de la mano por los principales autores que
exponen. En la mejor huella de un Baudelaire, igualmente buido crítico, el
bardo peruano plantea toda una estética; y, mediante la profunda poesía de su
lenguaje, llega hasta tocar las puertas de una explicación filosófica del
mundo. Todo lo cual nos conduce hacia los propios cangi-lones creativos del
autor de Poemas Humanos, para concluir planteando la posibilidad
–hasta donde sabemos nunca hecha– de develar el misterio de su poesía. Mejor
leámoslo:
"El fin del arte es elevar la vida, acentuando
su naturaleza de eterno borrador. El arte descubre caminos, nunca metas. Encuentro aquí, en esta esencia horizontante del arte, toda una tienda
de dilucidaciones estéticas que son mías en mí( *), según
dijo Rubén Darío, y que algún día he de plantear en pocas pizarras, como
explicación –si esto es posible– de mi obra poética en castellano." (p.
17)
El periodista–poeta sabe penetrar –con vista hacia
el futuro– en lo que hemos llamado un maccarthismo avant la lettre (al
que se anticipa en más de cinco quinquenios). En su artículo: "Guitry,
Flammarión, Mangin, Pierre Louys", con ironía se burla de aquello de
endilgarle al soviet todos los complots:
"De lo que resulta que el soviet paga ahora
todos los picantes. El complot de Sofía fue organizado por Moscú; se descubrió
un proyecto de atentado contra Chamberlain en Londres, preparado por Moscú; en
la guerra de Marruecos están las manos de Moscú; los nacionalistas de
Montmartre cayeron al asalto de los agentes de Moscú; Moscú subleva a los
kurdos contra Turquía…" (p. 43)
Vallejo nos enseña a leer este metalenguaje que
utiliza la burguesía para desinformar, y para cumplir, en el caso presente, con
alguna anticipación, aquel principio del fascismo informativo: "Miente,
miente, miente, que algo queda".
En, por ejemplo, "El último discurso de
Briand", el poeta nos ayuda a dilucidar lo que se esconde allende la
cháchara de este representante de la burguesía. Somos entrenados en la
salutífera tarea de leer entrelíneas:
"Briand, en vez de hablar en nombre de la
‘ética de las naciones’ y del ‘amor a la paz’, debía hablar en nombre de los
hechos y conflictos económicos del momento..." (p. 390)
"En el fondo la diplomacia capitalista sabe
que de lo que se trata siempre es de finanzas, en Ginebra como en Locarno, en
Versailles y en todas las conferencias a las que se ha dado en acordar ‘Fines
altamente morales de paz, de concordia y de cooperación’. La diplomacia
capitalista trata siempre, en realidad, de conflictos e intereses económicos.
"Detrás de cada oración de Briand... suenan
las cajas bancarias ávidas…"
Para concluir con esta soberbia muestra de su
estilo, tan analítico, y tan bien escrito:
"El reciente discurso de Briand –tan celebrado
y difundido en la prensa mundial– es de una sola pieza y en puridad de verdad,
un auténtico capítulo de economía imperialista." (p. 391)
Otro gran poeta peruano, Alejandro Romualdo, digno
heredero de Vallejo, escribió, alguna vez: "Llamen siempre a las cosas por
sus nombres". Más de treinta años atrás, Vallejo había dicho:
"¿Por qué no se decide la diplomacia
capitalista a llamar a las cosas por sus nombres, declarando al mundo que de lo
que se trata en Ginebra es de intereses y actividades económicas o, más
exactamente, capitalistas, y no como se pretende hacer creer del ‘derecho’, de
la ‘justicia’, ni de la paz’". (Ibid.)
¡Qué actualísimo suena esto, traído al contexto de
hoy, a la abrumadora desinformación de hoy! Vallejo sabe decodificar los
sistemas de encubrimiento de los imperialismos, de aquellos que, por disputarse
las presas económicas, recurren al eufemismo, pues, si se quitaran las caretas,
si aparecieran tal como son, "equivaldría a la declaratoria de una
nueva guerra" (la que de todos modos advino).
Según nuestro zahorí cronista:
"Se ha convenido en seguir ocultando lo que es
una verdadera batalla económica, con el barniz irisado del ideal, del derecho,
de la paz y otras metáforas morales." (p. 391)
Y concluye este artículo, esta pequeña obra
maestra, con un ramalazo en el que se dan la mano el vate (el que
vaticina) y el estudioso de la concepción científica del desarrollo social:
"Mientras tanto, las contradicciones
económicas del capitalismo se agravan más y más y la futura guerra sigue
preparándose." (Ibid.)
Es
importante anotar que el artículo fue escrito en setiembre de 1929...
No hay comentarios:
Publicar un comentario