lunes, 29 de abril de 2013

Scorza








Con su tan prematura muerte, ¡a los 55 años de fulgurante vida!,  el Perú, todos los peruanos y peruanas perdimos, sin lugar a dudas, a nuestro  primer Premio Nobel de Literatura, pues desde 1979 Manuel Scorza Torre ya estaba entre los nominados a esa cima universal, que con absoluta seguridad él hubiese alcanzado. 

Por Jaime Guadalupe Bobadilla

MANUEL SCORZA TORRE (Lima, 9 de setiembre de 1928) es una de las personalidades más relevantes de nuestra Literatura; por tanto  tiene, con legítimo derecho, privilegiado lugar entre nuestros escritores más trascendentales. Su estética es magistral, no solo por tan singular construcción, por ser audaz e innovadora en sumo grado,  sino porque, ante todo y de principio a fin, es consustancial a la perenne, vivificante brega por un país superior, por un mundo diferente. En él, forma y contenido, estilo e identidad alcanzan dimensiones superlativas. Su descollante integralidad y excelencia, tanto  en poética como en  narrativa;  su inconmensurable contribución a la cultura y educación del país,  junto a su ejemplar integridad ética y política lo hacen, ahora y por siempre, verdaderamente insustituible. Por ello, así como hasta hoy, la obra scorziana trascenderá al tiempo y las circunstancias; renacerá siempre, pletórica de  intensidad  y altura, de vitalidad y vigencia. En síntesis: Manuel Scorza es poeta genial,  genial novelista, visionario editor-promotor cultural, y, a la vez, indoblegable  luchador social humanista.

Su poesía, de la que  el cambio social y el amor son pilares inconmovibles, es una de las más elevadas de Perú y América Latina. Está formada por Canto a los mineros de Bolivia - 1952; Las imprecaciones - 1956; Los adioses - 1960; Desengaños del Mago - 1961; Réquiem para un gentilhombre / Elogio y despedida a Fernando Quíspez Asín - 1962; Cantar de Túpac Amaru - 1969;  El vals de los reptiles - 1970; Lamentando que Hans Magnus Enzensberger no esté en Collobrièrs - 1973; Palabras de Nicolás Centenario - 1977; A César Calvo agradeciéndole  que esté aquí - 1977.
Sus novelas, antológicas todas, son Redoble por Rancas - 1970; Garabombo, el Invisible - 1972; El jinete insomne - 1977; Cantar de Agapito Robles - 1977; La tumba del relámpago - 1979 -integrantes de la señera   pentalogía  La guerra silenciosa-; y La danza inmóvil - 1983. En ellas -¡traducidas a más de cuarenta idiomas!-, Scorza ha enaltecido la persistencia y el heroísmo popular en la lucha por  la justicia social y la liberación  nacional. 
En el complejo y difícil  ámbito de la edición-promoción, y aún más cuando estas no tienen como objetivo mayor los dividendos  monetarios,  es decir el mundano lucro, Manuel Scorza dio vida, en el Perú y varios países de América Latina -¡cuando tenía 28 años!-, a una de  las más exitosas, gravitantes  e históricas cruzadas culturales y educativas: los legendarios Festivales del Libro (1956, 1957, 1958)  y  Populibros Peruanos (1960, 1961, 1962, 1963),  únicas en su género, grandiosas realizaciones aún no igualadas, y más si comparamos las cantidades de habitantes y los avances tecnológicos de su época con la actual.
Los Festivales del Libro eran colecciones con las obras más importantes de los mayores literatos y pensadores de cada  país y del extranjero, en entregas de ocho o más títulos. En el Perú, fueron cinco Festivales del Libro (un millón trescientos mil ejemplares en total); tres en Venezuela (ochocientos cincuenta mil); dos en Colombia (setecientos cincuenta mil); uno en Cuba (doscientos cincuenta mil -¡vendidos en diez días!-); uno en Ecuador (ciento cincuenta mil); y un Festival del Libro Centroamericano (doscientos mil).
En los aún más protagónicos Populibros Peruanos llegó a publicar más de sesenta libros, en  ocho series de cinco y más títulos cada una, con casos en que un libro estaba conformado  por dos tomos, además de  diez títulos individuales.
Aquí y en todos los países en que aparecieron, todas, absolutamente todas las colecciones de Festivales del Libro y Populibros Peruanos fueron  adquiridas masivamente, se agotaban con inusitada rapidez…
Estas revolucionarias proezas scorzianas fueron decisivas para que los peruanos fundacionales-universales, Inca Garcilaso de la Vega, Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui, César Vallejo, José María Arguedas  sean realmente conocidos y valorados en su propia patria,  y también internacionalmente; para posicionarlos irreversiblemente, es decir, y así como era la meta de su ilustre autor, para hacerlos referentes imprescindibles del pensamiento y el quehacer cultural y político del Perú. Por vez primera,  Festivales del Libro y  Populibros Peruanos pusieron sus obras capitales en manos de la gente sencilla, de los hombres y mujeres de a pie, de los trabajadores y la juventud; en suma, de todo nuestro pueblo.
No solo ello: también consagraron a meritorios escritores e intelectuales del país: Ciro Alegría -cuya nombradía se acrecentó-, Oswaldo Reynoso, Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro, Sebastián Salazar Bondy, Juan José Vega, entre otros; al igual que popularizaron entre nosotros a autores cumbres de otros países: Rubén Darío, José Martí, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén,  Pablo Neruda, Jorge Icaza, Gabriel García Márquez, William Shakespeare, Oscar Wilde, Fiodor Dostoyevski, Anton Chejov, Gustave Flaubert, Jean Paul Sartre, Edgar Allan Poe, Ernest Hemingway…
Para que aquellas entregas fueran accesibles a las grandes mayorías, Manuel Scorza obtuvo el auspicio económico e institucional de las principales empresas públicas y privadas, ¡las hizo partícipes de estas memorables campañas libertarias!, pensadas y edificadas para nuestra superación cultural, ética y política, para que nuestras mentes y corazones se orienten a lo nuevo y elevado, a lo  colectivo y progresista, es decir,  al cambio social.
Por tanto, y precisamente para fortalecer y ampliar, para potenciar aún más nuestra lucha por superar este denigrante estado de cosas,  es ineludible y primerísima responsabilidad nuestra lograr que, cuanto antes, el Estado y sus sucesivos Gobiernos, en particular los Ministerios de Cultura,  de Educación  y de Economía y Finanzas, o también a través de alianzas realmente estratégicas entre instituciones públicas y entidades privadas con sensibilidad social,  asuman y continúen esta monumental visión-misión    social, cultural y política  liberadora que Manuel Scorza nos legó.
También fue excelente periodista: lo demuestran todos sus reportajes, especialmente desde Europa. Y su talento de acucioso investigador antropológico, historiográfico y sociológico se manifiesta en el brillante, imprescindible  ensayo Literatura: Primer territorio libre de América.
 La tenaz e inclaudicable forja de su obra le valió merecidos reconocimientos. Entre estos, en 1955, ¡los tres primeros lugares! de los Juegos Florales Internacionales por el Cuarto Centenario de la Universidad Nacional de México, cuando estaba deportado en aquel país por la nefasta dictadura odriísta.
Ahí también,  en junio de 1954, renunció pública e irrevocablemente al partido aprista, mediante Good bye, mister Haya, valerosa  carta abierta antiimperialista, irrefutable interpelación que también hoy exhibe, incólume, su integral validez; categórico manifiesto con el que formalizó su pertenencia - ¡hasta el fin!-  a la izquierda revolucionaria, socialista.
En 1956, de retorno al Perú,  se le otorgó el Premio Nacional de Poesía por Las imprecaciones. En 1971 fue finalista del Premio Internacional Planeta por la mundialmente célebre Redoble  por Rancas. En realidad, el primer lugar le fue negado deliberadamente, como categóricamente afirman  todos los que conocen esta arbitrariedad, la que, por cierto, también es otro mérito para él y su monumental novela. 
Acudir a  la poética y narrativa de Manuel Scorza  es imperativo para ser - ¡y seguir siendo!- hombres humanos,  sobre todo en esta nefasta era de postración moral y regresión mental. Sus libros -¡protestas vivientes contra esta absurda situación!-  son magníficos espacios de deleite e inspiración con la palabra y la imagen, e inagotables fuentes de convicción para ejercer, personal y colectivamente, nuestro derecho humano esencial: hacer realidad una sociedad distinta, un Perú mejor.
¡Qué irreparable pérdida fue su trágico deceso!, aquel aciago 27 de noviembre de 1983, en el accidente del Aeropuerto de  Barajas - Madrid, cuando retornaba desde París a residir definitivamente con nosotros -tras una breve escala en Bogotá, donde expondría en un encuentro de escritores latinoamericanos-, para seguir cumpliendo, ahora in situ,  su leal e irrenunciable compromiso  de militante-dirigente de la gesta por un nuevo Perú en aquellos turbulentos años. 
Y así como vivió, su sepelio también fue fervoroso, tremolante, multitudinario: ¡un acontecimiento de consternación nacional e internacional! Por esta desgracia, el Perú, todos los peruanos y peruanas perdimos, sin lugar a dudas, a nuestro  primer Premio Nobel de Literatura, pues desde 1979 Manuel Scorza Torre ya estaba entre los nominados a esa cima universal, que con absoluta seguridad él hubiese alcanzado. 
Precisamente porque constituyen, en sinérgica unidad, cumbres de arte literario y apasionada, enfática convocatoria a transformar este orden social decadente, la poesía, novelística  y edición-promoción cultural de Manuel Scorza enfrentan el infame complot del silencio y la distorsión del sistema  subdesarrollado que padecemos -¡aunque felizmente existen instituciones que lo perduran!-; y desafían,  asimismo,  la perversa exclusión del elitista universo mediático, así como de  la crítica literaria cobarde y sectaria, salvo honrosos periodistas, críticos y medios que relievan su inmensa valía y permanente actualidad. Manuel Scorza hunde sus fibras de creador eminente y adalid de las causas justas en nuestras inquebrantables  voluntades de patria y soberanía, de justicia, democracia y libertad.
Por tanto, para nosotros, para nuestro pueblo y su  destino histórico, Manuel Scorza y su multifacética obra invariablemente serán lo que son: clásicos de la Literatura nacional-continental-universal; triunfales heraldos de un Perú nuevo en un Mundo nuevo, de todos para todos.
Hermanas, hermanos: También en 2013, y más porque es el año del 85 y del 30 aniversarios de su nacimiento y partida -¡jubilosos por su entrañable presencia y palpitante actualidad!-, llenémonos de orgullo y dignidad al conmemorar, con las más sentidas admiración y gratitud, a Manuel Scorza, a nuestro hermano mayor y compatriota líder por siempre, victorioso abanderado de la vida y el Perú que anhelamos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario