Por Manuel Cunza
La generosidad, lo
humano y solidario, se llamó Gaby Hayre, esa voz casi ronca se volvió melodía
de esperanza y buena voluntad, en un evento de apoyo en el que pudieron estar,
y debieron estar muchas voces, muchas palmas, muchos instrumentos musicales y mucho
de muchas cosas. Pudieron y debieron estar tantas escuelas, academias y grupos
de danza que dicen cultivar nuestro folklor. Pero nada de condolerse con
el calvario de un hombre que hace lo
mismo que ellos hacen.
La
noche del 25 de Mayo un grupo denominado Cesar Vallejo y algunos amigos
llevaron a cabo un acto de solidaridad con un compatriota cuyo pecado fue
difundir nuestra música andina, ejecutando el instrumento que conocemos como
zampoña, nunca negó a nadie su concurso como zampoñista, nunca negó su
participación en eventos musicales evocando nuestra serranía peruana. Sus
pulmones siempre se inflaron con alegría para arrancar una bella melodía a ese
instrumento de carrizo
José
Alberto Ruiz es el nombre de este señor de las zampoñas, integrante del centro
de Expresión Cultural Wayramarka, que hoy se debate entre la vida y la muerte
víctima de una enfermedad terminal, su situación como humano es muy precaria,
hoy espera la solidaridad de la comunidad peruana, aun más a sus hermanos de
arte a quienes esperamos en el restaurant Estrellita del Sur, pero nos
regalaron su ausencia, su indiferencia y vacio de sentimiento humano.
A
pesar de la publicidad desplegada, a pesar de las voces clamando ayuda, las
escuelas, las academias y los grupos folklóricos, nos regalaron su silencio e
indiferencia. Aquellos que pregonan haber estado en Lincoln center de New York
y tener formación académica, nos demostraron su
insensible frialdad ante el dolor humano. Claro toda regla tiene su
excepción, esta vez fue el ballet Folklórico Perú.
Destacada
la participación de los hermanos Poggi, y Ricardo Seclen, que hicieron de la
noche la parte criolla como ellos saben hacerla. Luego sin pensarlo y tal vez
sin conocerlo llego la voz del excelente
solista chalaco Carlos León, quien nos demostró
que la solidaridad es una virtud
que no todos poseen. Gracias muchas gracias, estuvo diciendo casi toda la noche
la conductora de este evento Gaby Hayre, a quienes sin conocer a José Alberto
Ruiz, entregaron su voz, su arte y su
espíritu solidario. Gracias a la empresa de los esposos Morales (Cesar y Flor)
por enviarnos una canasta Gigante de sus productos Incas Food, para ser
rifados, gracias a los esposos Tejada de Kearny.
Gracias
a esos pocos de la muchedumbre en el salón de Estrellita, gracias a los
hermanos Huanca, que a pesar de tantas facilidades brindadas, hacer además una
donación en efectivo (eso se llama solidaridad) Al Dr. Carlos Tello por
hacernos llegar su donativo, a algunos presentes por su espontaneo donativo.
Los
relojes marcaban las 11.30 de la noche, cuando el silencio se apodero de todo
el salón, es que ingresaba José Alberto Ruiz, el zampoñero lo hace
inclemente, cargando con el doloroso
mal, ayudado por su familia y sus amigos, es la hora en que Gaby saca de su
diccionario palabras que la pintan llena de sensibilidad, diciéndonos que la
solidaridad no tiene color, no tiene raza ni ideología, ella (Gaby) en emotivas
palabras pinto el dolor que podía estar en la misma puerta de todos.
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